Antigua puerta de Palermo cerca del Mercado de Ballarò

La Piazza Sant'Agata

La Porta Sant'Agata es, con la Porta Mazzara, una de las dos puertas más antiguas de la ciudad, y la mejor conservada. Se encuentra en el barrio de la Albergheria, a poca distancia del Mercado de Ballarò y de la estación de trenes. La puerta y su entorno han sido restaurados, ensanchando la plaza frente a ella, la Piazza Sant'Agata, y dotándola de un nuevo adoquinado.

Santa Águeda de Catania, en el año 251 salió de esta puerta para regresar a su ciudad natal, donde sería enjuiciada y martirizada. Águeda se había refugiado en Palermo para escapar de las persecuciones a las que periódicamente eran sometidos los cristianos. El procónsul Quinziano, quien se había encaprichado de la hermosa joven, logró que fuera apresada y llevada de regreso a Catania.

Porta Sant'Agata - vista puerta con Piazza Santa Agata
La Porta Sant'Agata vista desde la homónima plaza, situada a lo largo del Corso Tukory (ver ubicación).

Vista desde el exterior

Desde el exterior de la puerta se ve un arco apuntado y un entablamento más arriba. Por debajo del arco apuntado hay un segundo arco rebajado al cual se ajustaba la puerta en madera. Su estructura se mantenido inmutada desde el siglo XII.

Porta Sant'Agata - detalle
Un detalle de la puerta de Santa Águeda. Desde este ángulo de observación se ven la cúpula de la iglesia del Carmine Maggiore, cuya fachada se asoma al Mercado de Ballarò, y el Oratorio del Carminello (el edificio que hace esquina a la derecha).

Vista desde el interior

Desde el interior se puede apreciar como la bóveda que corresponde a la anchura de la muralla estuvo decorada con un fresco del cual apenas se reconocen los colores. Según las informaciones heredadas dal pasado sabemos que se trataba de un fresco dedicado a la Virgen del Carmen.

Porta Sant'Agata - bóveda
El desgastado fresco de la bóveda, visible desde el lado interior de la puerta.

Una anécdota histórica

En al año 1071, Palermo estaba bajo sitio por los normandos bajo el mando de Roberto Guiscardo y de su hermano Ruggero d'Altavilla. Unos días antes de la conquista, un valeroso caballero normando entró en la ciudad por esta puerta, imprudentemente dejada abierta por los defensores de la ciudad mientras desde la muralla se burlaban de los sitiadores. El caballero ensartó con su lanza uno de los guardianes y, al cerrarse la puerta tras el, logró regresar con los suyos saliendo por otra puerta de la ciudad que también había quedado abierta.

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